La desregulación emocional se caracteriza por las serias dificultades en gestionar emociones que son intensas, pese a los intentos que se realizan. Así, debido a las dificultades en su regulación, se traducen en otro tipo de problemas a la hora de regular otros comportamientos, acciones, respuestas verbales, etc.
Características de la desregulación emocional
Las características de la desregulación emocional son las siguientes:
- Exceso de experiencias emocionales aversivas e intensas
- Incapacidad para reducir el nivel de arousal fisiológico
- Dificultades en prestar atención a otros elementos ajenos al motivo, persona u objeto causante de la desregulación
- Distorsiones cognitivas y dificultades en el procesamiento de información
- Conductas impulsivas encaminadas a los intentos de regulación
De alguna forma, las dificultades fruto de la desregulación emocional se traducen en los intentos de la persona por regular sus emociones. Así, podemos encontrar comportamientos perjudiciales para el bienestar de la persona en sí misma y que paradójicamente son intentos de la propia persona para regular esas emociones.
Es importante añadir, que todas las personas podemos sufrir desregulación emocional en algún momento de nuestra vida, dadas las circunstancias. Es el ejemplo de altercados, disputas o bien situaciones estresantes. El problema no es experimentar emociones aversivas ni la desregulación en sí misma, sino lo que hacemos en momentos de intenso malestar que pueda ser perjudicial e incluso peligroso para nuestro bienestar
La curva de las emociones en la desregulación
Existen personas que pueden ser más sensibles a la desregulación dada su historia personal. Las personas que han pasado por situaciones traumáticas a temprana edad pueden padecer una alta vulnerabilidad a experimentar emociones intensas y difíciles de gestionar.
Así el proceso de «apagado» de la emoción puede ser un proceso más lento, teniendo consecuencias. Por ejemplo, al ser más lento, en episodios de vergüenza, donde aún está emoción no ha podido gestionarse, son más vulnerables a la entrada de otra emoción, acumulándose experiencias desreguladoras y que activan el nivel de alerta.
Niveles de activación
En la desregulación emocional, nos encontramos con un evento (cual sea) disparador de emociones intensas. Viendo la imagen anterior, las personas sufrimos una alta escalada emocional y poco a poco vamos gestionando la emoción con la ayuda de las habilidades que contamos fruto de experiencias anteriores.
Por el contrario, las personas con alta vulnerabilidad a la desregulación emocional, la escalada emocional es mucho más intensa, con un lento retorno a la línea base. Es por ello que, incluso estímulos neutros, pueden proporcionar desregulación emocional al alinearse con circunstancias que aún no se han podido gestionar. Podemos interpretarlo como una especie de «resaca emocional» donde no se cuenta aún con serenidad para soportar un siguiente ciclo de desregulación.
La teoría biosocial en la desregulación emocional
Marsha Linehan, creadora de la terapia dialéctico conductual, alude a la teoría biosocial como modelo explicativo de la alta vulnerabilidad a la desregulación emocional. Por una parte, se alude a factores genéticos, alteraciones límbicas y una baja activación de las regiones prefrontales; y por otro al ambiente invalidante.
Así, el ambiente invalidante puede propiciar una falta de habilidades a la hora de gestionar emociones desagradables, generando una mayor vulnerabilidad a eventos de alta carga emocional. Ello es debido a que se rechaza la comunicación de emociones, se refuerza intermitentemente la escalada emocional y se sobre simplifica la resolución de problemas. La invalidación por tanto, genera vulnerabilidad emocional y por tanto, favorece la desregulación emocional.
¿Cuál es el tratamiento para la desregulación?
No cabe duda de que el ambiente invalidante enseña formas extremas de regulación emocional. Las personas oscilan desde la disociación hasta comportamientos impulsivos e incluso comportamientos que pueden ser amenazantes para uno mismo y los otros. A veces, la toma de decisiones se ve mermada por la falta de orientación hacia una vida con sentido, dejando muchas veces una sensación de vacío donde priman los intentos de control y supresión emocional, más que una vida encaminada a valores.
Abrir un proceso terapéutico no es nada fácil. Aquí, se intenta abrir un espacio donde se pueda dar pie a elementos que ayuden a la regulación emocional, manteniendo contacto con las emociones y que a la misma vez puedan resolverse problemas de manera que se tengan las menores consecuencias negativas posibles a largo plazo.