¿Qué son las emociones?
Las emociones son respuestas biológicas producto del desarrollo evolutivo y que cumplen múltiples funciones que garantizan la supervivencia del ser humano. Las respuestas emocionales nos garantizan la posible comunicación de necesidades, deseos, creencias y opiniones que junto con las interpretaciones mentales o experienciales, desarrollan una respuesta visible (a veces no tanto) en las personas.
Así, dependiendo de la respuesta que se realice, las emociones a veces las solemos catalogar como buenas o malas. Catalogar las emociones como tal a veces puede ayudarnos a entender que ciertos comportamientos no están aceptados socialmente (como por ejemplo, insultar a una persona tras un arranque de ira); No obstante, el hecho de catalogar las emociones como tal, puede caer en el riesgo de invalidar lo que está sintiendo una persona.
Cinco mitos sobre las emociones
Los mitos sobre las emociones están presentes en todas las culturas. Etiquetar las emociones como buenas o malas nos lleva a la invalidación de las experiencias del otro y uno mismo. Ello conlleva los intentos de supresión emocional y a un mayor sufrimiento al no ser vistas nuestras necesidades y/u opiniones con sentido.
Así, estos pueden ser los cinco mitos sobre las emociones más característicos y que resuenan constantemente en nuestro contexto social:
1. Las emociones dolorosas deben ignorarse
Pretender ignorar las emociones es como pretender no pensar en un elefante rosa. Las emociones son producto de nuestra historia evolutiva y nos han garantizado la supervivencia. A veces, no conocemos las funciones que pueden ejercer ciertas emociones que se experimentan con malestar y lo cierto es que son igual de útiles que otras que intentamos experimentar continuamente.
Por ejemplo, si no experimentáramos enfado nuestros objetivos estarían siendo constantemente bloqueados. Igualmente, si no experimentáramos tristeza, no habría lugar para la compasión del dolor del otro o ser conscientes del amor dado y recibido de una persona querida que ya no está.
2. Si los otros no aceptan mi emoción es porque no debería de sentirme así
Como se menciona anteriormente, la invalidación emocional se cobra protagonismo en este tipo de mitos. Toda emoción es válida y tiene sentido y es el resultado a veces la historia personal de cada uno.
Cada persona experimenta diferentes intensidades emocionales ante una misma situación y no pasa nada. El problema a veces es cuando nos descompensamos por exceso o por defecto y los comportamientos no van acordes a lo que demanda la situación.
3. Hay una manera correcta de sentirse en cada situación
Dependiendo de las vivencias de cada uno, esto puede variar. Hay personas que dependiendo de su historia personal son más sensibles a determinadas situaciones e incluso puede desagradarles los eventos positivos donde se obtenga reconocimiento.
Por ejemplo, hay personas que se sienten muy cómodas, reconocidas y alegres en eventos sociales y conociendo gente nueva. No obstante para otras puede ser concebido como un evento donde existe peligrosidad al haber contado con múltiples experiencias de bullying o acoso.
4. Todas las emociones dolorosas son el resultado de una mala actitud
«Una mala actitud» conforman las tres palabras más invalidantes que una persona puede escuchar ante un evento que para él/ella sea doloroso. Si nos damos cuenta, esta frase no solamente juzga los comportamientos de una persona, si no que también le atribuye como único responsable de su dolor sin tener en cuenta otras variables o circunstancias.
El lenguaje que se utiliza es muy importante. De hecho, existen grupos de entrenamiento para familiares que tengan allegados con desregulación emocional para cuidar este tipo de lenguaje además de proporcionar entrenamiento en validación emocional
5. Las emociones negativas son malas y destructivas
Las emociones negativas a veces nos salvan la vida. Otras veces nos ayudan a superar obstáculos y otras veces nos permite guardar reposo ante el dolor.
Por ejemplo, el asco es una emoción desagradable que nos ayuda a no contaminarnos con tóxicos. El enfado permite sacar la energía necesaria y actuar cuando hacen daño a un ser querido y la tristeza permite que podamos darnos apoyo unos a otros, creando la sensación de humanidad compartida ante el sufrimiento de uno mismo y de los otros.
En definitiva, todas las emociones son válidas y tienen sentido. Así, a veces las emociones pueden llegar a confundirse mediante el etiquetaje de «bueno o malo» con los comportamientos y/o pensamientos. Estos dos últimos no son siempre acertados y es el trabajo que a veces debe de realizarse pues, ambos son el sistema de retroalimentación emocional.