El autocuidado del psicólogo es algo muy importante de cara a mantener un tratamiento psicológico bajo buena praxis, además de garantizar un proceso que tanto paciente/consultante, como terapeuta observen ciertos beneficios de cara al trabajo continuado. En este artículo te dejo algunas claves para cuidarte, además de recomendarte la supervisión terapéutica en el caso que lo consideres.
La soledad del terapeuta: una realidad poco hablada
La importancia del autocuidado del psicólogo
El autocuidado del psicólogo no es un lujo, sino una necesidad. Atender constantemente a personas que sufren puede impactarnos a nivel emocional y físico, generando fatiga por compasión, burnout o incluso dudas sobre nuestra propia capacidad profesional.
Es clave que podamos incorporar hábitos de autocuidado que nos permitan mantenernos emocionalmente disponibles para nuestros pacientes sin descuidarnos a nosotros mismos. Esto incluye la revisión constante de nuestro estado emocional, el descanso adecuado y la búsqueda de espacios de apoyo profesional.
Conexiones más allá de la consulta psicológica
A menudo, la labor del psicólogo puede volverse absorbente, reduciendo nuestras interacciones fuera del ámbito profesional. Es importante nutrir vínculos personales y profesionales que nos permitan desconectar y compartir experiencias con otros colegas.
Buscar supervisión terapéutica, grupos de intervisión o simplemente espacios de diálogo con colegas puede ayudarnos a procesar lo que vivimos en consulta. También es esencial contar con relaciones personales fuera del ámbito laboral que nos recuerden nuestra identidad más allá de nuestra profesión.
Establecer límites y horarios en el trabajo terapéutico
Uno de los principales riesgos del trabajo terapéutico es la sobrecarga. Muchas veces, aceptamos más casos de los que podemos manejar o respondemos a consultas fuera de nuestro horario laboral. Esto puede generar una sensación de agotamiento constante.
Establecer límites claros con nuestros consultantes, definir horarios de trabajo y aprender a decir no cuando sea necesario es clave para cuidar nuestra salud mental. La terapia es un espacio importante, pero no debemos olvidar que nuestra vida personal también lo es.
La necesidad de revisar nuestra propia historia personal
Como terapeutas, no somos ajenos a nuestra propia historia. Nuestras experiencias, heridas y aprendizajes influyen en nuestra práctica clínica, ya sea potenciando nuestras habilidades o limitando ciertas intervenciones.
Es esencial que realicemos un trabajo personal constante para identificar cómo nuestra historia impacta en nuestra labor. La supervisión terapéutica es una herramienta muy importante para este proceso, ya que nos permite obtener una perspectiva externa y evitar que nuestras propias vivencias interfieran en la relación terapéutica.
Supervisión terapéutica: un espacio seguro para el psicólogo
Ante todas estas dificultades, la supervisión terapéutica se convierte en un espacio clave para el crecimiento del terapeuta. No solo permite mejorar la calidad del trabajo clínico, sino que también brinda un espacio de contención y reflexión para el profesional.
Si trabajas con pacientes con desregulación emocional, procesos de pérdida, ruptura de pareja o dificultades en sus formas de relacionarse, mi servicio de supervisión terapéutica puede ayudarte a afrontar estos retos con mayor seguridad y cuidado personal.