5 Aprendizajes que adquieres en terapia

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foto de perfil de leticia aguilar iborra, psicologa en marbella
Leticia Aguilar

Psicóloga general sanitaria con consulta propia en Marbella y online. Especialista en terapias contextuales

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¿Quién dice que realizar un proceso de terapia es fácil? Son muchas veces las vueltas que le damos. No solo el hecho en sí de acudir o no a terapia, sino también si estamos acudiendo o no a un profesional adecuado.

En este artículo te resumiré los 5 aprendizajes que puedes adquirir en un proceso terapéutico. Más algunas cosas extras que quizá puedan ser de utilidad para ti.

Pero antes de todo; ¿Cómo va eso de la terapia?

Tenemos que tener paciencia. Abrir un proceso terapéutico de por sí no es nada fácil; por no mencionar que a veces puede ser incluso incómodo.

Terapia no solo va de hablar. Si bien la herramienta principal con la que contamos es el lenguaje, no es cualquier charla de café. El hilo conductor de toda conversación terapéutica estriba en que la persona que acude pueda ser consciente de lo que le pasa y de las tendencias que usa para poner solución a los problemas (que mayoritariamente, son problemáticas para el mismo).

La terapia por tanto, es finita hasta que la persona quiera continuar o no y pueda llevarse experiencias sobre cómo aborda aquellas dificultades que aparecen, qué puede hacer para mejorar (o no empeorar) la situación y qué consecuencias está dispuesto de asumir dependiendo de aquello que elige hacer. Durante el camino de terapia, podemos adquirir ciertos aprendizajes que expondré a continuación.

1. Hacer lo que es bueno para ti, no implica que tu alrededor esté de acuerdo.

Es algo frecuente que nos podemos encontrar durante terapia: confrontarse a como uno elige vivir versus como los demás dicen que se debe de vivir, generándose así emociones incómodas. Entre ellas, culpa y miedo a que los otros se alejen.

Lo cierto es que a veces las cosas se configuran así. Mientras que pueda ser importante realizar comportamientos al servicio de lo que se desea para conseguir ciertos avances; no es obligatorio que todo el mundo esté de acuerdo con ello (dependiendo de las circunstancias de la persona y calidad de las relaciones). De hecho, puede que al principio uno pueda sentirse culpable, desdichado y con miedo a estar defraudando a aquellos que no están de acuerdo con lo que se está haciendo.

2. No controlamos todo lo que nos pasa.

Y no pasa nada. En terapia vemos que intentar controlar las cosas, paradójicamente el efecto que conseguimos es que se descontrolan. Prácticamente, la mayoría de personas que acuden a consulta vienen por dificultades derivadas de querer controlar cosas que pueden ser incontrolables: que mi marido sea más cariñoso, que mi hijo o hija no me dé más problemas, no sentir tristeza; etc.

Lo cierto es que hay cosas que no podemos controlar. Soltar amarras y ver que pasa tampoco es fácil, pero sí puede conseguirse a través del trabajo en terapia con el acompañamiento terapéutico adecuado.

3. Nuestra experiencia es experiencia, no la realidad de las cosas.

La mente nos pone en verdaderos aprietos cuando contemplamos la realidad de las cosas desde nuestra perspectiva en lugar de como son en realidad. Nuestra experiencia previa conjuga mucho esa visión del mundo y genera vulnerabilidades que nos hacen reaccionar de una manera u otra.

Por ejemplo, imagínate que llevas arrastrando 4 o 5 trabajos y que a los 7 meses en cada uno de ellos, tu jefe pide que os reunáis y acabas siendo despedido/a. Ahora estás en un nuevo trabajo, estás muy contento/a y el ambiente laboral es muy agradable. Acabas de recibir un mensaje al teléfono de empresa y es tu jefe diciendo que os tenéis que reunir con urgencia, ¿Qué pasa por tu mente ahora mismo?

No podemos cambiar ese pensamiento puesto que ya está insertado en nuestra experiencia. Es que simplemente no podemos, y a más queramos intentar cambiarla, más sufrimos. Es como dejar de pensar en un oso blanco en este momento.

Es solo un pensamiento que puede ser verdad o mentira, pero solo un pensamiento. Así, de esta manera, no tienes porqué actuar al servicio de cada pensamiento que aparece.

4. La gente tiene «red flags»… y tu también.

No todo está basado en lo que los demás hacen y sea perjudicial. La misma persona que acude a terapia también puede empezar a darse cuenta de los comportamientos que desarrolla de cara a la relación con los otros, sea por exceso o por defecto.

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En terapia, el espacio terapéutico que se ofrece también es un escenario donde empezamos a darnos cuenta de aquellas conductas que pueden ser difíciles en la relación con los otros, y también empezamos a encargarnos de ellos.

5. Las emociones incómodas son necesarias para estar en el mundo.

Las emociones, al igual que los pensamientos, no se pueden controlar. Dependiendo de nuestra experiencia y nuestras circunstancias actuales, aparecen. Eso sí, tal como aparecen, también pueden desaparecer: las emociones y los pensamientos vienen y van cuando conectamos con experiencias actuales y personales.

Por tanto, no hay emociones buenas ni malas. Simplemente cumplen funciones. El problema a veces es que si no sabemos reconocer las emociones que sentimos, podemos descompensarnos conductualmente bien por comportamientos en exceso que pueden ser perjudiciales a nivel personal/social/laboral o por comportamientos inhibidos que no permiten la comunicación y expresión emocional.

En Leticia Aguilar Psicología estaré encantada de poder ayudarte. Pide cita o llámame y hablamos.

 

 

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