Los ambientes invalidantes rechazan la expresión emocional de las personas que crezcan dentro de este. La ambivalencia y la escalada emocional son a veces los protagonistas para el desarrollo de trastornos de personalidad que conducen a un alto grado de sufrimiento.
Ambiente invalidante: definición
Los ambientes invalidantes rechazan la expresión emocional de la persona, normalmente aquellas que caracterizamos como emociones negativas. En este sentido, es uno de los ambientes propicios para que la persona pueda ser más vulnerable a “vaivenes emocionales” o desregulación emocional.
Así, son dos las definiciones que pueden verse en los libros y que resumen a la perfección el concepto de ambientes invalidantes:
- Es un ambiente donde se responde constantemente de forma inapropiada a la expresión emocional: se minimizan peticiones, se trivializan necesidades o se responde de manera extrema a la comunicación de pensamientos, emociones o preferencias. Un ejemplo de esto puede ser: “deja de llorar”, “no es para tanto”, “es una tontería”, “no entiendo por qué te pones así”, etc., u otro tipo de conductas como no estar atento cuando la persona comunica algo importante para ella (ej. Mirar el móvil mientras la persona está hablando, etc.).
- No se enseña de manera apropiada habilidades de regulación ante emociones negativas y/o intensas.
De forma paradójica, al intentar el contexto suprimir algunas manifestaciones que tacha como desagradables o inapropiadas, la respuesta emocional puede incrementarse, siendo la escalada emocional cada vez más intensa y agónica para la persona quién lo sufre.
La invalidación emocional no se realiza de forma intencionada
Cada contexto hace lo mejor que puede. Así, cada ambiente enseña estrategias de regulación en función de los conocimientos adquiridos por experiencias previas, o por lo que ha escuchado en el mundo que le rodea. Por ello, hay contextos más vulnerables que otros a que sucedan este tipo de invalidaciones.
No obstante, todos somos vulnerables a la invalidación y hay personas que tienen tendencia a ser más vulnerables que otras: algunos individuos son más permeables a la opinión de los demás, otras tienden a ponerse tristes con mayor facilidad, o a enfadarse más rápidamente, etc. Lo curioso es que la vulnerabilidad genera aún más invalidación, sin suponer ninguna mala voluntad por aquella persona o contexto que invalida.
Veamos un ejemplo…
“Consideremos a una persona que le puede encantar leer y tiene faltas de ortografía constantemente. Así, otra persona que apenas lee, sabe las reglas gramaticales al pie de la letra y cualquier texto que deba escribir lo hace de una manera pulcra y correcta. Esta última puede detectar cualquier error gramatical con facilidad y si ve a la otra persona escribir (y que devora libros constantemente) es muy fácil que la juzgue como “poco habilidoso”, “desinteresado”, “desmotivado” y que la tarea de escribir bien es tan simple como “leer”. En resumidas cuentas, sobre simplifica la complejidad que le supone escribir sin errores gramaticales cuando la intención de esta persona es escribir de manera correcta”.
Incluso los intentos de ayuda bienintencionados pueden caer en riesgo de ser invalidantes:
“Imaginemos en este caso a una chica que tiene dudas sobre una asignatura y que desea ir a tutorías. Suele ser una persona tímida y relacionarse con los demás es un gran esfuerzo. Así, pide ayuda a una de sus amigas para que vaya a acompañarla y ésta le contesta: “no puedo ir. Tienes que espabilar un poco: le pides una cita para tutoría al email, vas al despacho y preguntas lo que no te hayas enterado”.
3 Características de los entornos invalidantes
Del ambiente invalidante podemos observar 3 características:
- Rechaza la comunicación de experiencias privadas: en este caso, puede no hacer caso a las emociones, opiniones percepciones de las personas o incluso castigar éstas. Por ejemplo, imaginemos a un niño que acaba de llegar del colegio llorando y quiere explicar a su padre que sus compañeros se han burlado y reído de él. El padre puede prestar poca atención, haciendo otra cosa mientras el niño le explica lo que ha sucedido o bien, puede castigarlo con determinadas frases como “pues habrás hecho algo”.
- Refuerza de manera intermitente la escalada emocional: Supongamos que el mismo niño, ante este tipo de respuestas, va al baño y con lo primero que pilla, se hace un corte. El padre lo encuentra y en este momento le presta atención y cuidados. El niño ante esto puede aprender que a veces se le hace caso y otras veces no. Sin sospecharlo, el niño coloca conductas problemáticas en un sistema donde dependiendo de lo que él muestre, se le escucha o no.
- Sobre simplifica la resolución de problemas “no pasa nada”, “no es para tanto”, “en dos días está arreglado”, etc., puede tener consecuencias bastante graves: no enseña a la persona a tolerar el malestar ni a resolver los problemas que se pueden resolver. En los casos más graves existe una correlación entre la falta de habilidades de resolución de problemas e ideación y conducta suicida.
¿Qué hacer entonces?
No todos somos iguales y algunas personas son más vulnerables que otras a sufrir desregulación emocional. También es cierto que las personas vulnerables buscan ayuda de las personas más cercanas y estas demandas van más allá de las capacidades disponibles.
Muchas veces queremos responder de manera acertada, y responder de manera acertada también puede ser el problema. A veces no se sabe qué hacer y es normal. La escucha activa y la capacidad de prestar atención a lo que está sucediendo en el momento actual y lo que se está verbalizando tiene una fuerte potencia en que las personas puedan sentirse recogidas y validadas. No obstante, requiere de entrenamiento pues es más complejo de lo que se suele esperar.
Así, el tratamiento psicológico para las personas que son más vulnerables es importante, y también lo es prestar atención a las necesidades del entorno donde se favorece la generalización de aprendizajes.